El almacenamiento de mercancías en depósitos francos ofrece numerosos beneficios a las empresas. No sólo en cuanto a la fiscalidad aplicable a las mercancías trasportadas o la facilidad para realizar trámites aduaneros, sino también por los servicios de almacenaje, manipulación, mantenimiento o seguridad que ofrecen estos depósitos.
Pero empecemos por el principio. ¿Qué es un depósito franco? Se trata de un almacén donde pueden depositarse todo tipo de mercancías sin que estas se vean afectadas por aranceles de importación, gravámenes interiores u otras medidas de política comercial.
Es decir, al igual que en una zona franca, las mercancías almacenadas en un depósito franco, a efectos de regulación aduanera, es como si no estuvieran en territorio comunitario. Por lo tanto, están libres de impuestos tanto a la entrada como a la salida del depósito.
Facilidad de trámites aduaneros
Las mercancías pueden estar almacenadas en un depósito franco por un tiempo ilimitado (hasta que el operador económica decida el destino de las mismas), sea cual sea su cantidad, tipología, origen y destino, e incluso las restricciones legales de la zona. No obstante, sí están sujetas a las prohibiciones o restricciones que puedan establecerse por razones de orden público, seguridad o protección de la salud. Las cargas nacionales también disfrutan de beneficios fiscales en algunas operaciones intracomunitarias.
El motivo por el cual las cargas no están sujetas, o tienen más facilidad, para realizar los trámites aduaneros es que los depósitos francos están situados en un recinto aduanero y no en núcleos urbanos. Estos recintos ya está de por sí bajo vigilancia de las autoridades aduaneras.
La empresa propietaria del depósito franco se encarga de gestionar todos los trámites administrativos y portuarios de la mercancía. Asimismo se puede hacer cargo de la clasificación, manipulación, mantenimiento, carga, descarga y vigilancia constante de la mercancía.
Depósito franco de Bilogistik en el Puerto de Bilbao
Con las autorizaciones correspondientes, pueden efectuarse elaboraciones y trasformaciones con las mercancías en un depósito o una zona franca, aunque está prohibida su utilización y consumo. Por ejemplo pueden realizarse labores de limpieza, selección, congelado, engrasado, montaje, etc.
Otra ventaja del almacenamiento ilimitado sin cargas arancelarias es que la mercancía puede adquirirse en las mejores condiciones económicas y almacenarse hasta su puesta en venta en el momento óptimo para la empresa. Además, dentro de un depósito franco las transacciones comerciales están exentas de IVA.
Por ejemplo, el depósito franco que Bilogistik posee en el Puerto de Bilbao está preparado para albergar cualquier tipo de mercancía. Su ubicación simplifica el proceso aduanero y proporciona gran independencia en el proceso de entrada y salida de cualquier tipo de carga. La mercancía de importación, como en cualquier depósito franco, no está sometida a obligaciones arancelarias, impuestos interiores u otras normas comerciales.
Historia de los depósitos francos
Los depósitos y zonas francas se crearon a finales del siglo XIX en diversos países europeos con el objetivo de facilitar el comercio y transporte internacional de mercancías. Su desempeño fue fundamental en el desarrollo económico de las regiones comerciales, ya que aumentaban la competitividad de las empresas que necesitaban importar bienes. En el momento de su creación, tanto los depósitos como las zonas francas, funcionaban como organizaciones sin ánimo de lucro gestionadas por instituciones oficiales.
En España, el primer depósito franco se creó en 1914 en Cádiz, según cuenta Joseba Lebrancón Nieto en Los Depósitos Francos en España, 1914-1930. Por entonces las mercancías extranjeras podían ser introducidas libres de arancel, pero sólo podían ser almacenadas un máximo de cuatro años. El segundo depósito franco en crearse fue el de Barcelona, en 1917, y un año más tarde se concedieron las licencias correspondientes a los depósitos de Bilbao y Santander.
En la actualidad los servicios que ofrecen los depósitos francos han variado, así como su forma de gestión, en consonancia con la evolución del comercio internacional y la legislación de aduanas. No obstante mantienen su función dinamizadora de la competitividad y del comercio exterior.
En España la superficie total de zonas y depósitos francos es de 1.281.488 metros cuadrados, según la Asociación Española de Concesionarios de Zonas y Depósitos Francos (AEZDF).